«Una mañana de abril de 1937 estaban sentados los tres —Conchita, su hermana Anitín y el torero Márquez— en un bar de la Campana cuando de repente la Piquer se echó mano a la garganta como si se ahogara y exclamó:
—Acaba de morir nuestra madre.
—Pero ¿qué dices? No puede ser, por Dios.
—Sé muy bien lo que me digo. Lo he sentido aquí, es un presentimiento.
La noticia de que en Madrid había muerto la señora Ramona llegó poco después. Conchita no supo si fue solo de pena, si la agonía fue larga o si falleció de repente. Cuáles fueron sus últimas palabras lo supo terminada la guerra, cuando se lo contó su hermana Carmen.
—Murió con tu nombre en los labios, delirando recuerdos del barco que os llevó a Nueva York, de un paseo por Central Park, palabras entrecortadas en valenciano que contaban cosas de la huerta.
—¿Cómo fue?
—Se fue muy tranquila, sin sufrir, pero con mucha pena por lo que estaba pasando. Murió de tristeza al ver que para vivir teníamos que vender los muebles más valiosos. Por eso la casa está medio destartalada.
—¿A qué hora murió?
—Hacia las once de la mañana del 3 de abril.
—Fue el momento en que sentí el ahogo en la garganta —dijo Conchita Piquer.
Antonio Márquez había tomado las riendas de la familia y propuso iniciar gestiones para llevar el cadáver de la señora Ramona a Valencia para que lo enterrasen junto al de su marido Pascualet en el cementerio de Benicalap, pero enseguida hubo de desistir, porque los dos habían sido sepultados en una fosa común. Y en ese momento la señora Ramona llevaba meses enterrada en el cementerio de la Almudena».
Retrato de una mujer moderna
Manuel Vicent
Benicalap
Calle de José Grollo y la iglesia de San Roque
A la izquierda la Plaza de Benicalap y a la derecha la calle de Almiserat. Años 70
Foto subida al Foro Remember Valencia I. Entrada 8755