martes, 30 de enero de 2024

Fue un 8 de diciembre, día de mi santo, al campanero del Miguelete lo mató un rayo

«Según dijo mi madre, cuando vine al mundo, que fue un 8 de diciembre, día de mi santo, al campanero del Miguelete lo mató un rayo (1) y en ese instante mi madre dio un grito enorme y en medio de ese grito y del trueno nací yo. Mi padre cogió una borrachera de la alegría y se cayó en una acequia. ¿Qué le parece? El año no lo tengo claro. Fue en 1906 o 1908, vete a saber, unos dicen una cosa, otros dicen otra, el caso es que estoy aquí».

Retrato de una mujer moderna

Manuel Vicent

(1) http://campaners.com/php/textos.php?text=1344



El Miguelete desde la plaza de la Virgen. Años 60

Valencia Mágica

domingo, 28 de enero de 2024

Yo nací en la calle Ruaya, en el barrio de Sagunto

«—¿Naciste en el Cabanyal?

—No, no, mire usted, yo nací en la calle Ruaya, en el barrio de Sagunto de Valencia, en el piso de arriba, muy pequeño, de una casa de dos plantas que casi daba a la huerta».

Retrato de una mujer moderna

Manuel Vicent



Las Provincias. 7 de agosto de 1994

Subida por Carlos Iborra a VAHG

viernes, 26 de enero de 2024

Recuerdo una casa grande con esculturas en la terraza o algo así

«—Recuerdo una casa grande con esculturas en la terraza o algo así, y a un señor al que le llevaban una paella desde un restaurante. La gente aplaudía. Algunos decían que aquel señor era un novelista muy famoso en el mundo. 

—¡¡Ese era yo!! —exclamó Blasco muy eufórico.

—Sí, sí, mi familia estaba tendida en la arena y todavía siento el sol en la cara, el olor a alga, el sonido del oleaje y alguien que gritaba su nombre y apellidos de usted».

Retrato de una mujer moderna

Manuel Vicent



Chalet de Blasco Ibáñez. 1902

miércoles, 24 de enero de 2024

Era Sorolla. Pintaba bueyes que arrastraban las barcas de pesca

«—Ya digo, a usted lo conocí en persona un día que siendo muy niña mis padres me llevaron a la playa de la Malvarrosa. Recuerdo que había un pintor que la gente decía que era muy importante. Gordo, con barba. 

—Era Sorolla. Pintaba bueyes que arrastraban las barcas de pesca, y también niños desnudos y mujeres con pamelas y vestidos blancos».

Retrato de una mujer moderna

Manuel Vicent



Bueyes arreando barcas. 1909

Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo. 70 x 49

Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba. La Habana

lunes, 22 de enero de 2024

Visitaron la Ermita de San Vicente y la Basílica Sepulcral de san Vicente

 «—¿Qué hacemos? —preguntó Lluís—. 

Nos quedan dos lugares y espero que tengamos más suerte que hasta ahora. 

—Yo también —añadió Alejandra. 

Visitaron la Ermita de San Vicente y la Basílica Sepulcral de san Vicente o parroquia de Cristo Rey, pero estaba claro que ese no era su día. 

Hoy no daban pie con bola».

Las doce llaves

María Villamayor



Monasterio de San Vicente de la Roqueta 

Basílica Sepulcral de San Vicente Mártir 




sábado, 20 de enero de 2024

Había caras que Blasco Ibáñez creía haber visto en algunas revistas literarias de París que llegaban hasta Menton

«En la trasera de esa funeraria funcionaba un bar clandestino de lujo, el Jack and Charlie, donde corrían ríos de alcohol de gran calidad y era posible toparse con algunas celebridades. Una orquesta tocaba piezas de Glenn Miller y había varias mesas de ruleta cuyos crupieres llevaban sombreros de copa con una gardenia en el ojal. Los caballeros se cubrían con los primeros sombreros de ala flexible y vestían pantalones de pliegues color manteca; las damas lucían un casquete en el pelo, faldas de talle bajo y collares superpuestos que les caían hasta la cintura. El escritor y la cantante se sentaron a una mesa en un rincón y pidieron una docena de ostras y una botella del champán más caro. Entre los clientes de aquel garito clandestino había caras que Blasco Ibáñez creía haber visto en algunas revistas literarias de París que llegaban hasta Menton, un pueblo de la Costa Azul donde vivía desterrado a cuerpo de rey. ¿Era Scott Fitzgerald aquel chico guapo que estaba sentado en el taburete de la barra? ¿No  sería aquella chica Pola Negri, la artista de Hollywood, o aquella borracha la famosa periodista Dorothy Parker? Bajo una espesa humedad de alcohol prohibido, Conchita Piquer empezó a contarle a Blasco Ibáñez episodios de su vida que se mezclaban con el sonido de las plateadas trompetas del swing».

Retrato de una mujer moderna

Manuel Vicent



Vicente Blasco Ibáñez sentado en un banco del jardín de Fontana Rosa, su villa en Menton. 1920


jueves, 18 de enero de 2024

¿Champán en plena ley seca? Es muy fácil

«Allí en el camerino, Blasco Ibáñez preguntó dónde podían tomar unas ostras con champán. Lo dijo como si no hubiera deseado otra cosa a lo largo de su azarosa vida. 

—Puedo morir si no lo hago —exclamó.

—¿Champán en plena ley seca? Es muy fácil —respondió la Piquer. 

—Sería un lujo degustar unas ostras con champán prohibido junto a una artista valenciana —aseguró el escritor. 

 —Le llevaré a un sitio. 

La jovencita Piquer conocía una funeraria en la que podría cumplir su deseo. Era septiembre de 1923. Hacía calor aquella noche. La muchacha condujo al escritor a un establecimiento donde parecía que se estaba celebrando un funeral. Había féretros acolchados con sedas de todos los colores, de maderas nobles con asas de bronce dorado para que los muertos pudieran agarrarse todavía a este mundo; había velones, candelabros para la capilla ardiente y gualdrapas negras con grecas de plata para los túmulos, todo con precios de oferta, como si te incitaran a morirte deprisa para no perder la ocasión».

Retrato de una mujer moderna

Manuel Vicent




martes, 16 de enero de 2024

En Nueva York iba a tomar el Franconia

«De ese encuentro lleno de mutuos halagos surgió el deseo de verse  al día siguiente al finalizar el espectáculo. El escritor había llegado unos días antes a Nueva York en el buque Mauritania, que había zarpado de Marsella repleto de pasajeros de todos los orígenes y clases sociales. En Nueva York iba a tomar el Franconia, un buque de veinte mil toneladas muy exclusivo, en el que se disponía a realizar un crucero alrededor del mundo con trescientos excursionistas más, todos felices y muy millonarios, con las máximas comodidades del momento a su alcance. Había decidido escribir la vuelta al mundo de un novelista».

Retrato de una mujer moderna

Manuel Vicent



Vicente Blasco Ibáñez a bordo del Franconia


domingo, 14 de enero de 2024

Vi cómo le llevaban a casa una paella en la playa de la Malvarrosa

«En uno de los números, ella hacía de gata lasciva cantando con mucho swing la canción de Cliff Edwards, y después salía con un vestido corto y una sombrilla y bailaba un foxtrot. Tenía un descoco muy sugerente, lleno de picardía e ingenuidad; realmente era una artista, fuera de toda duda, que dominaba las tablas. Al finalizar la función, el escritor quiso saludarla y pasó al camerino, que enseguida comenzó a llenarse de voces, risas y exclamaciones huertanas en valenciano. ¡¡Che, che, che!! El escritor llevaba una chaqueta clara con el cuello de la camisa abierto sobre las solapas, pantalón de rayas, sombrero panamá y zapatos de dos tonos, blanco y café. 

—¡¡Soy Blasco Ibáñez!! —proclamó dando por supuesto que bastaba con su nombre como presentación. 

—¿El de los jinetes del Apocalipsis? —exclamó Conchita Piquer.

—Te he visto bailar. Te mueves como una bestezuela lujuriosa, como lo hacía Sónnica la Cortesana de mi novela. ¿La has leído? —le dijo el orondo personaje, que parecía derramar felicidad por todas las costuras. 

—Si le digo la verdad, yo apenas sé leer, pero sé quién es usted. Recuerdo que de niña vi cómo le llevaban a casa una paella en la playa de la Malvarrosa. Aquella imagen no se me ha borrado».

Retrato de una mujer moderna

Manuel Vicent



Chalet de Blasco Ibáñez

La Malvarrosa

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viernes, 12 de enero de 2024

De esta vedete desnuda bajo un mantón de Manila

«Un día el propio Blasco Ibáñez, que ya era un novelista de fama internacional, exiliado de España por la dictadura de Primo de Rivera y de paso por Nueva York, se detuvo ante el teatro Winter Garden, de la calle 52 con Broadway, que anunciaba el espectáculo A New Musical Play. The Dancing Girl, y se sorprendió al ver en la fachada parpadeando con luces rojas y azules el nombre de Conchita Piquer, en la cabecera del cartel. ¿Quién sería esa artista desconocida en España con un nombre tan valenciano?, se preguntó lleno de curiosidad. En el vestíbulo había una foto de gran tamaño de esta vedete desnuda bajo un mantón de Manila, que dejaba ver una silueta de carnes lozanas, blancas y muy apretadas. Tenía una mano en el pecho y en la otra llevaba un abanico, y miraba de frente muy segura de sí misma con un aire engallado. El escritor no resistió la tentación y quiso conocerla solo por el nombre que tenía tan de su tierra. Así que pagó la entrada y se sentó muy repantingado en el patio de butacas».

Retrato de una mujer moderna

Manuel Vicent



Conchita Piquer


miércoles, 10 de enero de 2024

Uno de esos trenes cuyos vagones llevaban arriba jardineras

«Por cierto que, mientras mi madre estaba fuera, y el Canario se había ido al bar, pidiéndome que guardara los bultos, bajó del tren que llegaba de Xàtiva (uno de esos trenes cuyos vagones llevaban arriba jardineras) cierto hombre que me pareció el tío Juan, por su elegancia. Vestía un traje blanco y un panamá y caminaba con paso medido. Emocionado, corrí hacia él, y salté para abrazarlo. Solo en el último momento me di cuenta de que se trataba de un desconocido. Él se quedó mirando con extrañeza a aquel niño que se le venía encima, y yo me quedé mudo, inmóvil, sin atreverme a levantar la vista. Tenía miedo de que el Canario hubiera contemplado la escena, hubiese advertido mi emoción y se diera cuenta de que yo quería seguir perteneciendo a todo aquello».

El año que nevó en Valencia

Rafael Chirbes




Estación del Norte


lunes, 8 de enero de 2024

Fue la última vez que vi la estación de Valencia en mucho tiempo

«Lo escuché en boca de mi madre un año después, mientras leía en voz alta una carta que le había enviado la tía Julia (creo que fue la primera que recibimos de Valencia). En aquella carta, además de otras muchas cosas –tenía por lo menos cinco folios–, hablaba de cuando el tío Pablo se empeñó en celebrar su cumpleaños, porque los médicos ya le habían dicho que apenas le quedaban seis meses de vida. En aquellos seis meses sucedieron muchas cosas. Dejé de ver al tío Antonio, mi madre me pidió que llamara tío al Canario, y una noche cogimos el tren cargados de paquetes y maletas. Fue la última vez que vi la estación de Valencia en mucho tiempo, mientras esperábamos para hacer el trasbordo».

El año que nevó en Valencia

Rafael Chirbes



Estación del Norte

Todocolección

sábado, 6 de enero de 2024

Por el cinco de enero, cada enero ponía mi calzado cabrero a la ventana fría

«Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraba los días
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.

Por el cinco de enero
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas».

Las desiertas abarcas

Miguel Hernández

jueves, 4 de enero de 2024

Triunfa el amor y a su fiesta os convida

«—Yo soy Gaspar. Aquí traigo el incienso.
Vengo a decir: La vida es pura y bella.
Existe Dios. El amor es inmenso.
¡Todo lo sé por la divina Estrella!

—Yo soy Melchor. Mi mirra aroma todo.
Existe Dios. Él es la luz del día.
La blanca flor tiene sus pies en lodo.
¡Y en el placer hay la melancolía!

—Soy Baltasar. Traigo el oro. Aseguro
que existe Dios. Él es el grande y fuerte.
Todo lo sé por el lucero puro
que brilla en la diadema de la Muerte.

—Gaspar, Melchor y Baltasar, callaos.
Triunfa el amor y a su fiesta os convida.
¡Cristo resurge, hace la luz del caos
y tiene la corona de la Vida!».

Los tres Reyes Magos

Rubén Darío



Los Reyes Magos en el Asilo-Hospital san Juan de Dios. la Malvarrosa

VAHG

martes, 2 de enero de 2024

Los tres reyes se quedaron boquiabiertos e indecisos

«El camello se pinchó
con un cardo en el camino
y el mecánico Melchor
le dio vino.
Baltasar fue a repostar
más allá del quinto pino
e intranquilo el gran Melchor
consultaba su «Longinos».

—¡No llegamos,
no llegamos
y el Santo Parto ha venido!
—Son las doce y tres minutos
y tres reyes se han perdido.

El camello cojeando
más medio muerto que vivo
va espeluchando su felpa
entre los troncos de olivos.

Acercándose a Gaspar,
Melchor le dijo al oído:
—Vaya birria de camello
que en Oriente te han vendido.

A la entrada de Belén
al camello le dio hipo.
¡Ay, qué tristeza tan grande
en su belfo y en su tipo!

Se iba cayendo la mirra
a lo largo del camino;
Baltasar lleva los cofres,
Melchor empujaba al bicho.

Y a las tantas ya del alba
—ya cantaban pajarillos—
los tres reyes se quedaron
boquiabiertos e indecisos,
oyendo hablar como a un Hombre
a un Niño recién nacido.
—No quiero oro ni incienso
ni esos tesoros tan fríos,
quiero al camello, le quiero.
Le quiero —repitió el Niño.

A pie vuelven los tres reyes
cabizbajos y afligidos.

Mientras el camello echado
le hace cosquillas al Niño».

El camello cojito

Gloria Fuertes



Sus Majestades los Reyes Magos saliendo del puerto de Valencia

Todocolección