«Un día el propio Blasco Ibáñez, que ya era un novelista de fama internacional, exiliado de España por la dictadura de Primo de Rivera y de paso por Nueva York, se detuvo ante el teatro Winter Garden, de la calle 52 con Broadway, que anunciaba el espectáculo A New Musical Play. The Dancing Girl, y se sorprendió al ver en la fachada parpadeando con luces rojas y azules el nombre de Conchita Piquer, en la cabecera del cartel. ¿Quién sería esa artista desconocida en España con un nombre tan valenciano?, se preguntó lleno de curiosidad. En el vestíbulo había una foto de gran tamaño de esta vedete desnuda bajo un mantón de Manila, que dejaba ver una silueta de carnes lozanas, blancas y muy apretadas. Tenía una mano en el pecho y en la otra llevaba un abanico, y miraba de frente muy segura de sí misma con un aire engallado. El escritor no resistió la tentación y quiso conocerla solo por el nombre que tenía tan de su tierra. Así que pagó la entrada y se sentó muy repantingado en el patio de butacas».
Retrato de una mujer moderna
Manuel Vicent
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