«Pero dejamos Gibraltar a nuestra espalda, luego Mallorca, después Córcega, y finalmente descargamos nuestro carbón en la antigua Civitavecchia, el más lóbrego de todos los puertos italianos, donde Miguel Ángel había sido durante un tiempo arquitecto municipal con encargo de fortificar el puerto, y donde Henry Beyle había pasado tantos años de cónsul de Francia, publicando sus reflexiones bajo el seudónimo de «Stendhal». Él y Miguel Ángel me distrajeron durante algún tiempo, pero aunque con frecuencia, con permiso del capitán del barco, me iba de viaje por Italia, seguía recordando aquellos dos vislumbres de España y añoraba el día en que nuestro barco vacío zarparía hacia algún puerto importante, como Valencia o Barcelona, para recoger el cargamento de naranjas. Me imaginaba bajando a tierra para ver con mis propios ojos la grandeza que estaba seguro existía en esa tierra adusta. El capitán de mi barco no estaba seguro de a qué puerto iríamos, pero confiaba que la oficina de Glasgow se lo comunicaría cuando llegásemos a Mallorca».
Iberia
James A. Michener
Memoria gráfica de Valencia. Levante-EMV
Subida por Alberto Alos a VAHG
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