«Gus permanecía en silencio, pálido, con la mente a muchos kilómetros de distancia.
Pensó en la monja que le atendió en el hospital, en su padre cuando desaparecía en el gallinero de la casucha de su pueblo, en José María Verduch y su peep show y en aquella chica, ¿cómo se llamaba?, que le inició en las artes amatorias. Pensó y repensó en su desgraciada existencia. ¿Qué habría sido de él si hubiese tomado otro camino? El cañón del arma de Esquemas presionó su mejilla izquierda.
El metal frío le revolvió las entrañas».
La gallera
Ramón Palomar
Hospital Sanjurjo
Todocolección
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