Levantado a las siete de la tarde,
se iba a ver los colores al paseo.
Por la noche el sereno era distinto,
conocía a las putas por las piernas,
conocía a los chulos por el paso
y tenía un revólver pequeñito.
El sereno era pasto de la noche,
entendía de gritos de mujeres,
sabía si parían o gozaban
y reía o llamaba al cirujano.
El sereno era un hombre misterioso,
se afeitaba debajo de la luna
y fumaba cigarros prohibidos.
El sereno está preso,
pues le daba
por proteger a un coro de mendigos.»
El sereno
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