«Las tiendas abrían a las cinco y el Constellation de Bruno Dampierre marcaba las cuatro y veinte. Lo más sensato y agradable era acomodarse en el trinquete de la calle Pelayo, santuario del joc de pilota valenciano, y tomarse un café con leche condensada, el popular «café bombón».
Se veía poco público en las gradas, pero ya habían comenzado los partidos con las apuestas consiguientes. Resonaban estridentes los rebotes de la bola y los gritos de los jugadores.
De la pelota valenciana a Bruno le encantaba el hecho de que fuera, sobre todo, la modalidad carrer o calle, una pervivencia de la desaparecida pelota española del Siglo de Oro, vicio nacional según nuestros clásicos, que, en contra de lo que pensaba la mayor parte de la gente, se parecía mucho más al tenis que al frontón vasco».
La cruz de los ángeles
Antonio Lázaro
Trinquete Pelayo. 1957
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