«Yo quedaba una vez al mes con los representantes de las discográficas, unos diez o doce, para cenar y luego tomar algo. Un día nos fuimos a tomar una copa a Barraca. Yo no había estado nunca, y le dije a Enrique [Puchades], el dueño, que iba para allá.
Esa noche me presentaron a Carlos [Simó], y, bueno, un trato de la leche. A partir de ahí empieza nuestra relación. Él me presenta al DJ , Toni Ortolà, al que yo ya conocía porque me compraba música. Y estoy en la cabina con Toni y me comenta que se va a casar. Que deja la cabina y que por favor le busque un DJ .
Al lunes siguiente, Enrique, por su parte, va a la tienda y me dice que necesita un DJ con urgencia. Y mira por dónde, por la tarde se presenta en la tienda Carlos Simó con Pili, su mujer, y me dice que por favor le comente a Enrique que quiere pinchar en Barraca. Entonces, empezamos a hablar de la música de la discoteca y de qué línea se podía seguir. Porque para poner lo que se ponía en Valencia, la gente no hacía treinta kilómetros. Había que pensar en algo diferente y no muy radical. Porque si la gente no entraba en el rollo, el paquete me lo llevaba yo: Enrique había depositado toda la confianza en mí. Teníamos que asegurarnos de que iba a funcionar.
Hablé con Enrique a los pocos días y le comenté lo que había estado hablando con Carlos, pero, según Enrique, Carlos no sabía nada, y no lo quería. Yo le dije que confiara en mí, que me comprometía a ayudarles con la música y en la discoteca. Y Enrique me dijo, «no hay más que hablar, lo que necesites».
Ese fue el principio de la verdadera historia de Barraca».
Reseña biográfica de Lucas Soria (extracto)
¡Bacalao!
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