«Degustando semejante manjar se dirigieron a la calle iluminada de
Sueca-Literato Azorín, para poder admirar el espectacular bordado de
colores. Miles y miles de bombillas de diferentes tonos, alternadas y
formando arcos y un sinfín de formas, adornaban el lugar. La gente
intentaba inmortalizar el momento, con sus móviles y cámaras de fotos, y
ellas, boquiabiertas, imitaron los mismos movimientos. De regreso a
casa, visitaron varias fallas: monumentos de cartón piedra sostenidas
por un armazón de madera, llegando algunas hasta una altura de 25 o 30
metros, donde los ninots o muñecos, relejaban la crítica y picaresca de
la actualidad. Adornados con multitud de colores y caricaturas hacían de
las fiestas de Valencia un arte y una tradición».
Las doce llaves
María Villamayor
Falla Na Jordana. 1965
Cortesía de José Navarro Escrich
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