«Aquel faro era incurablemente optimista y no estaba
dispuesto a cambiar por ningún otro su alegre oficio de
iluminador. Se imaginaba que la noche no podía ser
noche sin su luz, creía que ésta era la única estrella a
flor de tierra pero sobre todo a flor de agua, y hasta se
hacía la ilusión de que su clásica intermitencia era el
equivalente de una risa saludable y candorosa».
El faro (fragmento)
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