«Fue un descubrimiento tardío pero le deslumbró.
El cine, la oscuridad de la sala, el sonido fluyendo alto y claro desde los altavoces y esos semblantes perfectos de actores carismáticos en inmensos primeros planos engancharon a Basilio Galipienso.
Mantenía su vicio cinéfilo en secreto, pues temía las burlas de los otros. Pero se acogió a una rutina sagrada y los viernes por la tarde acudía a un cine de reestreno para sumergirse en la penumbra, armado por un refresco y una ración de palomitas, durante más de cinco horas».
La gallera
Ramón Palomar
Plaza del Rosario. Canyamelar
A la izquierda "El Musical"
Todocolección
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