«Angelita no había divisado todavía a la pareja de curas entre el público aunque estaban sentados muy cerca del tingladillo. Para empezar realizó el número que la había hecho famosa. Los músicos ejecutaron un redoble de tambor como en el triple salto mortal del circo y la artista dio en seco varias sacudidas eléctricas al tronco hasta que uno de sus pechos saltó del sostén transformándose en una ráfaga casi invisible en el espacio y de pronto se lo volvió a meter en el caparazón bajo el acorde de la trompetería. Visto y no visto. Con esto aulló toda la parroquia y los curas se levantaron, derribaron la bandeja del camarero, salieron de estampida entre las mesas, uno de ellos perdió la teja, otro cayó al suelo entre las risas de todos los carniceros y Angelita Corbi desde el micrófono decía:
—No se vayan, por favor, no se vayan, que es de gomaespuma.
—Venga, saca la teta otra vez —gritaban muchos huertanos.
—Por favor, digan a esos curas que no se vayan, que es de gomaespuma».
Tranvía a la Malvarrosa
Manuel Vicent
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