Alguien sabe cambiar de sitio las manzanas,
Adán no es para Eva como un hermano viejo
y la serpiente muerde y se pone a la altura
de la fama que arrastra.
De pronto, alguna vez,
los jefes no vigilan
detrás de las noticias de un periódico,
la luna es más sencilla que una puerta
y no tienen razón
el eco y el ciprés, el lobo y la pregunta
por los que no han venido.
En esa cerradura de los miedos
de pronto hay una llave que no entra.
Me convenzo, me afirmo con vosotros.
Pero duele también la mala suerte
de nunca estar ahí,
de no llegar a tiempo para verlo.
Resisto como un niño sin familia
que espera en casa del extraño
la hora de volar una cometa».
La cometa
Luis García Montero
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