«No hay que fiarse nunca del agua salada. Ahora está mansa, radiante en su vestido azul de primavera, pero hace siglos que los habitantes de los Poblados Marítimos perdieron la cuenta de las vidas que se ha tragado. Por eso, cada mañana de Viernes Santo, el Cristo del Salvador es traído hasta aquí a hombros de la gente de la red. De la poca que queda».
El silencio del pantano
Juanjo Braulio
El Cristo del Salvador
Semana Santa Marinera
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