«Después comimos en La Pepica y allí unos doscientos trabajadores de una fábrica de cartonajes le estaban dando un homenaje a su patrono en el ochenta aniversario y aquel viejecito que se llamaba don Vicente estaba vestido de negro, con la corbatita también negra y una aleta del cuello blanco levantada y lloraba de emoción detrás de un centro de flores en la mesa presidencial. Los del consejo le echaban discursos de loa y después el contable reclamó silencio para decirle al amo que todos los empleados sin faltar uno solo habían contribuido para hacerle un regalo. Julieta dio un grito de pasmo al ver que los doscientos trabajadores le habían comprado una baca para el coche a su patrono y ahora entre varios la desembalaban ante los ojos de todo el mundo y la llevaban en volandas por encima de las cabezas de los comensales hasta la mesa presidencial. En seguida la orquestina comenzó a tocar el pasodoble Valencia y a grito pelado todos la cantaban elevando las botellas de vino y devorando las raciones de tarta de cumpleaños y el oleaje rompía en el espigón».
Tranvía a la Malvarrosa
Manuel Vicent
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