«—¡Somos legales, Pepón! ¡Que somos legales! —Paquito López trae dos botellas de champán birladas de la bodega capitalista del Chato Puertas, su progenitor—. ¡Hay que celebrarlo!
Con cierta tristeza, en acatamiento de órdenes emanadas del Comité Central, Pepón pliega la bandera republicana que presidía su despacho y la guarda en un cajón.
Los comunistas se legalizan y también pasan por el aro de la transición sin ruptura, dejando arrumbados por el momento junto a la puerta de entrada, los ideales republicanos y muchas exigencias irrenunciables cacareadas en los años de clandestinidad. Para empezar, la bandera tricolor».
La década que nos dejó sin aliento
Juan Eslava Galán
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