«Recién aterrizado en Valencia, convocó a Gusano. Le destrozó la mente y le hundió la moral delante de Basilio Galipienso. Gusano se marchó luciendo semblante de plañidera.
—Basilio, ¿cómo lo ves? —preguntó el Rubio.
—No lo veo. Es leal y fiel, pero no tiene cabeza, Rubio. Se ahoga en un vaso de agua. Y, además, no aprecia a los gallos. Les mira mal. Me he fijado. Un tío que no percibe la belleza de los gallos no tiene nuestra sensibilidad. No se fija en las cosas buenas de la vida».
La gallera
Ramón Palomar
Campo de aviación de La Malvarrosa
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