viernes, 11 de diciembre de 2020

Vi en él a las mujeres más elegantes que iba a admirar durante mis visitas siguientes a España

«¡Y los cafés! Estaban abarrotados de gente acomodada, y la cocina era excelente, sobre todo el pescado de que abastece a la ciudad el Mediterráneo. Los teatros estaban llenos, y los mismos payasos que tanto me habían entretenido en Castellón habían venido a Valencia a contarnos los mismos chistes verdes sobre alguien que se había visto obligado a pasar la noche en un hotel en…, ¿a que no adivinan ustedes dónde?…, ¡pues en Burriana! Y describiendo a la camarera del hotel, y haciendo alusiones a su capacidad sexual, la muchedumbre valenciana daba rugientes muestras de aprobación. Cada vez que se oía el nombre de Burriana la gente enronquecía. El paseo era más caótico. Vi en él a las mujeres más elegantes que iba a admirar durante mis visitas siguientes a España, paseándose en el sentido de las agujas del reloj, y hordas de muchachos, con elegantes trajes, en dirección opuesta para inspeccionarlas bien. A juzgar por Valencia, el pueblo español vivía bien».

Iberia

James A. Michener



 

 
Paseo de la Alameda


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