«Desde la fachada de la estación del Norte adornada con orlas de naranjas una diosa derramaba el cuerno de la abundancia sobre los adoquines. Bajo las claraboyas modernistas y el gran reloj de cobre me había apeado en compañía de otros viajeros derrengados, gente de los pueblos, agricultores con boina, viajantes de comercio, alcaldes y jefes del sindicato local, tratantes y mercaderes que se agitaban en el andén entre carretillas y mozos de cuerda buscando la salida a lo largo de un pasillo de individuos que voceaban nombres de fondas y pensiones alargando las tarjetas. Conmigo venían unos buhoneros; gracias al siete de copas me había tocado el bastón de caramelos que ellos habían rifado, pero yo no tenía a nadie a quien regalarlos ese día de San Donís al llegar a Valencia».
Tranvía a la Malvarrosa
Manuel Vicent
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