«La joven bailarina sintió una punzada en la boca del estómago y, como si quisiera apartar de su mente un mal sueño, cortó de repente la conversación con autoridad: «Venga, venga, fuera penas, que estamos en Navidad», exclamó. A continuación, le dio a la manivela del gramófono y mientras la aguja empezaba a rodar sobre los surcos de la placa del disco, golpeó el cristal de una copa con una cucharilla y mandó que todos se pusieran en pie para brindar por la salud y un futuro lleno de dicha, éxitos y prosperidad. Entonces comenzó a sonar el pasodoble «Suspiros de España», del maestro Álvarez Alonso. Al oír esa melodía nostálgica y sentimental en aquella tierra extraña, todos los comensales quedaron en silencio, con la copa de vino español levantada, a solas cada uno con sus recuerdos. Cesaron las risas; algunos estaban a punto de llorar pensando que se encontraban muy lejos de la patria. Aquella joven que había organizado la cena de Nochebuena se llamaba Conchita Piquer y era entre todos ellos la que más razones tenía, con apenas dieciocho años recién cumplidos, para que se le saltaran las lágrimas».
Retrato de una mujer moderna
Manuel Vicent
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