«—¿Queréis creer —prosigue el padre Centelles— que no vi ni una sola persona, hombre, mujer o niño, que llevara escapulario? ¡Ni un escapulario! Algunas medallas, sí, cierto es, pero me dio la impresión de que las llevan por lucimiento, porque son de oro, no por religión.
—¿Iban a misa el domingo, padre? —se interesa don Diego.
—Pocos, hijo, pocos. Unas docenas de viejas enlutadas, las fuerzas vivas del pueblo y poco más. Gente joven, poca. En realidad, aquello se parece cada vez más al extranjero. Por todas partes carteles escritos en inglés o en alemán, en detrimento de la noble lengua del imperio. Bueno, ya lo estamos viendo en la publicidad, ¿qué os voy a contar? Ahora se dice slip o braslip en lugar del castizo calzoncillos, y spray en lugar de nebulizador o aerosol.
—Todo esto viene a corroborar —señala Zulueta— que la sociedad española se ha vuelto hedonista y se está apartando de los valores españoles cristianos que la definen y caracterizan».
La década que nos dejó sin aliento
Juan Eslava Galán
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