«Cuando estuve fuera, creo que les dijo que estaba en un balneario o algo así. ¡Un balneario! Menuda excusa, ¿eh? Como cuando un personaje victoriano tenía una enfermedad de los nervios. Pues igual. "¿Qué tal el balneario al que fuiste?", me preguntan. Y yo: «Bien, bien, unos chorros de agua estupendos». Claro, ¿qué les respondes?».
Fuego en la garganta
Beatriz Serrano
Balneario de Santo Tomás
La Semana Gráfica. 1929
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