«—No, ese sería el primer sitio donde buscarían —Alejandra intentaba pensar lo más rápido posible, teniendo en cuenta que no sabía del tiempo que disponían—. ¿Podemos buscar un piso de alquiler?
—Eso sí… ¡Un piso de alquiler! Alejandra… ¡Creo que ya lo tengo! —gritó Sara con una pizca de esperanza. La situación se le estaba desbordando y la angustia no le permitía apenas respirar—. Lucas, mi socio en el gabinete de psicología alquila un piso en Llano de Zaidía, al otro lado del río y a tan solo un par de kilómetros de aquí. Ahora mismo voy a llamarle».
Las doce llaves
María Villamayor
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