«La música que desprendían esos gigantes artefactos de metal era estremecedora, y embobadas en el interior de la sala, admiraban la compenetración tan milimétrica del Gremio de Campaneros Valencianos. Intentaron situarse dentro del recinto. Había ocho ventanales de perfil apuntado con bóveda de crucería, siete de ellos ocupados por las campanas y el otro por la escalera. Estas ventanas estaban cubiertas de madera para recuperar la sonoridad original. De hecho, el sonido era tal que era imposible comunicarse. Alejandra las contó en silencio. Había once campanas, cinco de ellas bastante mayores que el resto. Observó que al lado de cada una de ellas, había una placa con su nombre. Empezó a leerlas en voz alta, aunque debido al ruido de éstas, nadie la escuchó.
—Jaime, Catalina, Barbará, Manuel, María, Vicente… al leer este último nombre un escalofrío recorrió parte de su cuerpo ¿Sería posible que esa fuera la clave que buscaban?»
Las doce llaves
María Villamayor
Mundo Gráfico. 7 de mayo de 1930
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