«El coche de la policía entró por la Plaza del Poeta Llorente y aparcó a pocos metros de la comisaría. Era un edificio amplio, antiguo y restaurado recientemente. Sara, situada en el asiento trasero iba esposada, y nunca en su vida se había sentido tan humillada al ver como lo usuarios del metro y demás gente la miraban con descaro y pensando que era una delincuente».
Las doce llaves
Plaza del Poeta Llorente
Subida por Paco Gasco Ferrer a VAHG
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