«Un poco más allá, en la calle Escudillers, había un taquillón donde un viejo pintaba pájaros de madera y fabricaba molinillos con papel de colores junto a una droguería que echaba a la calle un rebufo muy ácido; allí la famosa envenenadora compró el matahormigas marca El Diluvio que le echaba al café con leche de la mujer de un carnicero. Algunas veces entraba en el Almudín para ver el dinosaurio y alguna momia: el polvillo en suspensión que doraba aquel recinto olía a ceniza húmeda; en cambio la puerta de la catedral a veces dejaba salir un canto de canónigos envuelto en un aroma de incienso y cera que llenaba toda la plaza de la Almoina».
Tranvía a la Malvarrosa
Manuel Vicent
Plaza de la Almoina. 1881
https://catedraldevalencia.es/arte/recorrido-exterior/la-almoina/
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