«El trueno rasgó el aire. El ronco estampido se interpretó en la plaza como la llamada a una oración que fue repetida, como un mantra, por miles de voces: «Es el primero», rezaban. La carcasa, al estallar en lo alto, se convirtió en un pañuelo blanco de humo aromático de pólvora; una nube pequeña que bailaba con la brisa bajo el azul limpio del último día de Fallas. La muchedumbre que se apretujaba en la plaza del Ayuntamiento y en las principales calles que en ella desembocan contemplaba las evoluciones de la mancha albina como si fueran augures de la antigua Roma interpretando el designio de los dioses en el vuelo de los pájaros».
El silencio del pantano
Juanjo Braulio
Mascletà en la actual Plaza del Ayuntamiento
Cortesía de José Navarro Escrich
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