«Mira por una de las ventanas. El cementerio del Cabañal está oculto tras los bloques de edificios. Aquí, cuando era pequeño, estaba la huerta de Vera. Un exuberante vergel donde se cultivaban chufas, cebollas, alcachofas y tomates, según la estación. Cuatro y hasta cinco cosechas al año. Recuerda las acequias que rodeaban las tapias de la necrópolis donde, los días en que caía un chaparrón de verano seguido de varias horas de sol bravo, aparecían los mejores caracoles. Aquí venía a cogerlos y luego le mentía a su abuela sobre su procedencia, pues nadie quería echar en la paella los gordos moluscos, porque creían que habían sido cebados con la carne de los cadáveres».
El silencio del pantano
Juanjo Braulio
La Ermita de Vera
muchas gracias, en nombre de mi padre, mio y de mi hijo....es un recuerdo muy grato para nosotros.un saludo.
ResponderEliminarDe nada Matilde, saludos a los tres
EliminarEres familia de los Guillot.
EliminarMI abuelo se llamaba Vicente Guillot Navarro. (el tío Bola)