«El inspector Escobedo irrumpe en risotadas que aún le duran cuando llega el camarero. Entre hipidos pide al chaval —al que llama por su nombre, Juanjo— dos bocadillos de tortilla de patatas con un par de anchoas «para darle gusto», dice el policía. En Valencia, el almuerzo, el esmorçaret, es sagrado. Eso también lo ha aprendido después de dos décadas».
El silencio del pantano
Juanjo Braulio
La Albufera
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