«Mientras vienen los entrepans y las cervezas, el funcionario le enseña las fotos de su hija vestida de fallera. «Vaya bombón —le dice—. Al año que viene como muy tarde vas a tener que usar la pistola para espantar a los novios». El policía ríe: «Como siga poniéndose así de guapa, a más de uno voy a tener que cortarle las pelotas». Le resulta muy divertido ver a su viejo amigo aragonés vestido de saragüell valenciano. «Y un churro como tú en la ofrenda a la Mare de Déu ». El inspector Escobedo sonríe de nuevo al oír cómo se refiere a él por el apelativo despectivo que los valencianos dedicaban a los que hablaban castellano, primero a los de las comarcas interiores —aragoneses de origen— y luego a los que llegaron de Albacete y Cuenca: "Yo ya soy más valenciano que el all i pebre y, si me apuras, que tú"».
El silencio del pantano
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