«Otras veces el mismo sudor se establecía en los trenes eléctricos que salían de la estación de madera. La gente que iba a la playa en verano llevaba las piernas fuera de las ventanillas y muchos cantaban a coro cuando el convoy atravesaba un campo de alcachofas o tomates y el sol de cuarenta grados olía a verduras pero de repente en el vagón entraba un filo de sal lleno de frescor y a éste seguía al instante el horizonte azul».
Tranvía a la Malvarrosa
Manuel Vicent
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