«Antes de bajar a la tienda, Teófilo González se asoma al dormitorio del niño, separado del matrimonial por una cortina, y lo contempla extasiado. Un ángel dormido.
En la habitación contigua, que sirve de cuarto de baño y de costura, Teófilo se rasura con una cuchilla de afeitar Iberia, marca de la que es representante comarcal. Después vierte un poco de agua en la zafa del lavabo, se lava a gañafadas la cara, se repasa las axilas con la punta de la toalla mojada, se lava las manos y vierte el agua sucia en el cubo subyacente. Ya vestido, baja a la cocina, abre la fresquera y devora el trozo de tortilla que sobró de la cena mientras piensa en las faenas que le depara el nuevo día».
De la alpargata al Seiscientos
Interior de una barraca. Cocina
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