«En agosto de 1974 no hay mucho que hacer, calma chicha. Muchos españoles veranean en las playas, la mayoría en apartamentos de alquiler (que pagan en negro, naturalmente), otros se hospedan en pensiones o en hoteles baratos en los que, a la hora del almuerzo, se forman largas colas con la bandeja en la mano para recoger el rancho mientras el animador (nueva profesión veraniega) le indica al disc-jockey que pinche La fiesta de Blas de Fórmula V:
"En la fiesta de Blas
todo el mundo salía
con unas cuantas copas de más".
—Eso, eso —aprueba el director del comedero—, que beban, que beban, que la bebida no entra en la pensión completa».
La década que nos dejó sin aliento
Juan Eslava Galán
El Perellonet
Todocolección
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