martes, 21 de noviembre de 2023

Y, como mucho, si eras un cura liberal, cosa que yo nunca fui, algún beso en la mejilla

«—El relajo lo alcanza todo —se lamenta don Pinicio—. El otro día… No debería contarlo, pero necesito desahogarme… Por otra parte, se dice el pecado, pero no el pecador. En fin, el otro día me encontré con un buen amigo, un sacerdote de los tiempos en que aquí había vida, un hombre que, me consta, siempre ha sido intransigente y recto como una espada en asuntos de moral. Pues bien; me confesó, con amargura pastoral, que el obispo de su diócesis les ha dado instrucciones reservadas en el sentido de que debemos ser más condescendientes con las faltas contra la castidad de los novios.

—¿Es posible? —se pasma don Próculo.

—Ya lo ves. Antes no les consentíamos nada más que darse la mano y, como mucho, si eras un cura liberal, cosa que yo nunca fui, algún beso en la mejilla, siempre en presencia de personas de orden.

—Pero ¿cómo puede aconsejar eso un obispo?

—Bueno, él lo justifica porque escudriñando los textos sagrados se puede inferir cierta legitimidad de las relaciones prematrimoniales. Dice que, cuando el amor va en serio y encaminado al matrimonio, puede hablarse de "indicios de sacramentalidad"».

La década que nos dejó sin aliento

Juan Eslava Galán



El beso. 1883

Óleo

Bernardo Ferrándiz y Bádenes

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