«Así discurrieron los primeros dos años en Nueva York. Conchita hablaba inglés con todo el mundo, y en valenciano solo con su madre. El alma de artista la estaba curtiendo con el trabajo, mediante una voluntad férrea de llevarse el mundo por delante. «Oiga, usted a mí no me tose», parecía decir mirando con sus ojos negros altivos a cualquiera que se le enfrentara. Se arrancaba a la primera y remataba hasta el burladero, luego miraba a su interlocutor encampanada, desafiante, a ver qué pasa, aquí estoy yo, Concha Piquer, ¿pasa algo? Era lo que en Valencia se dice una chica arriscada. También desde niña apuntaba maneras de ser una mujer que no teme el riesgo en absoluto, de modo que muy pronto en su vida comenzó el folletín y sonaron en el aire los clarines que pusieron a la niña las ojeras moradas de sufrimiento».
Retrato de una mujer moderna
Manuel Vicent
Era única sin duda la que mejor canto la copla y supo retirarse a tiempo.
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