«En Nueva York estaba la madre, la señora Ramona, muy agradecida porque el maestro las había sacado del hambre y había convertido a su hija en una artista, pero sabía que algún día llegaría ese nudo que tanto temía y tal vez en secreto deseaba que saliera bien. Sin duda la madre le daría algunos consejos, nacidos del conocimiento de la mujer muy curtida que ha sobrevivido a todas las penurias y pasiones naturales de la huerta. "Hija, no te dejes, ni se te ocurra abrir las piernas, y si lo haces, agárralo antes bien fuerte por sus partes y no lo sueltes hasta que te lleve al altar con un papel firmado".».
Retrato de una mujer moderna
Manuel Vicent
En la huerta de Valencia
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