«Otra vez la señora Ramona tuvo que llevar el peso más duro de este melodrama: el niño estaría mejor en Valencia, donde le daría en la cara el aire de la huerta. ¿Qué hacía un niño recién nacido en Nueva York con tanta gente, lleno de gánsteres y de coches y de humo y de ruido y de locos y de vagabundos inmigrantes recién desembarcados? En cambio, ahora que no les faltaba el dinero, la señora Ramona podría llevarlo a pasear con un cochecito de lujo bien acolchado por los jardines de Viveros, por el paseo de la Alameda y por la Bajada de San Francisco. Y si alguien malicioso le preguntaba de quién era ese niño, ella podría responder con orgullo que era de su hija Conchita, que estaba triunfando en los teatros de Broadway de Nueva York».
Retrato de una mujer moderna
Manuel Vicent
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