«El público admiraba los fabulosos muslos de Silvana Mangano metidos en el pantano de la película Arroz amargo, y los elegantes se sentaban en el taburete de las nuevas cafeterías y pedían un ginfizz, cubalibres, gin-tonics, whiskies con soda, martinis y camparis, bebidas que ya no compaginaban con los pasodobles, coplas y romances. Sin embargo, la voz de la Piquer aún resistía frente al mundo moderno que doblaba por la esquina».
Retrato de una mujer moderna
Manuel Vicent