«A mi lado también se bañaban y hacían castillos en la arena unos gitanillos desnudos con el sol dentro de su cuerpo mojado. Sobre una manta extendida cerca de la orilla, mi madre abrió la sandía, que salió muy roja, y me felicitó y me dijo «hija, qué buena vista tienes», y nos pusimos a comer. Sentía los labios inflamados con un sabor salado, y los hombros y las piernas quemados. Recuerdo que de una casa de comidas, un emparrado con cañizos, llamada la Carmela».
Retrato de una mujer moderna
Manuel Vicent
La Carmela
La Malvarrosa
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