«No es que todo se hubiera vuelto de repente fácil. Ya te lo he dicho. Seguíamos luchando igual. Había que buscar el arroz a escondidas, y el aceite y la harina. Pero nos habíamos acostumbrado al pan negro, al azúcar de las algarrobas, a disimular el sabor de unas cosas con otras, y fue un milagro el día en que tu padre y Paco trajeron dos sacos de picón para el brasero, y nos llenaba de alegría cada cosa que obteníamos, algunas manzanas, un pedazo de queso de oveja, unos arenques. Cuando salía del trabajo, tu padre cuidaba del corral y fue naciendo una población de conejos, gallinas y palomas; y ya podía darle a tu hermana un vaso de leche cada día. De repente nos habíamos convertido en millonarios».
La buena letra
Rafael Chirbes
Corral de gallinas
Foto Desfilis
Bivaldi
No hay comentarios:
Publicar un comentario