mi bien y regalo son;
mas quiébranme el corazón.
Son de esa piedra divina
quiebras donde amor se asoma
a hacer nido a la paloma
que desalada camina;
puerta son de la piscina
y puertos de salvación;
mas quiébranme el corazón.
Son de un rosal encarnado
cinco rosas descubiertas,
cinco granadas abiertas
de un pechiabierto granado;
son flor y fruto que ha dado
la tierra de promisión;
mas quiébranme el corazón.
Son llagas de un Capitán
por reconocer la tierra,
y heridas que en buena guerra
por salvar a otros os dan;
son heridas de un galán
que descubre su pasión;
mas quiébranme el corazón.
Son llagas que recibir
quisisteis por los humanos,
para no herir, en las manos,
y en los pies, para no huir,
y en el pecho, para abrir
una puerta del perdón;
mas quiébranme el corazón.»
A las llagas de Cristo Nuestro Señor
José de Valdivieso
Las Provincias. 28 de marzo de 1929
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