«Ha pasado unos minutos, con el pie en tierra, contemplando las cuatro rayas blancas que delimitan la plaza de aparcamiento. Como si pudiera leer entre las arrugas del hormigón apisonado el destino del coche que él mismo aparcó hace diez días. Al otro lado de la valla metálica, encerrado entre los edificios académicos, todavía sobrevive un trozo de la huerta de Vera, aquel vergel de tiras rectas de hortalizas salpicadas de barracas que ambas universidades valencianas han arrasado a conciencia en los últimos cuarenta años para levantar sus bloques de ladrillo rojo u hormigón gris donde hay más despachos para profesores que aulas para alumnos. No sabe el porqué le irrita tanto ver una parcela cultivada bordeada de aceras, calzadas y edificios. Le da la sensación de estar mirando un juguete roto o un animal herido; un triste anacronismo. Se imagina al dueño de aquel trozo de tierra intentando regar sus matas de alcachofas mientras quita del agua de la acequia latas vacías de refrescos o cuidando de sus tomateras a las que ha de librar de las malas hierbas y de todo tipo de inmundicias que acaban en su huerto. Y eso por no hablar de las veces que le roban la cosecha o le destrozan el fruto de su trabajo por pura diversión. Luego siempre hay idiotas que hablan de huertos urbanos, agricultura ecológica y otras majaderías por el estilo».
El silencio del pantano
Juanjo Braulio
Barraca. 1910
http://www.levante-emv.com/
Les barraques. El nostre patrimoni
No hay comentarios:
Publicar un comentario