«También podría llamar a algún amigo para preguntarle qué hace esa noche y unirse al plan, sin embargo, está demasiado inquieto como para hacer vida social. Hoy es mejor estar solo. Aunque no en casa.
Se enfunda la chaqueta de cuero, los guantes y el casco. La Yamaha Drag Star arranca a la primera y ruge con docilidad a pesar de llevar más de una semana parada. Serpentea por las calles del Cabañal hasta llegar a la avenida Blasco Ibáñez, pero, en la rotonda de la estación, un pensamiento oscuro cruza su mente».
El silencio del pantano
Juanjo Braulio
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