«Muchos carniceros la siguieron por la calle y ella iba dejando una estela de perfume, cubierta de oro y muy ceñida entró en la perfumería Azul, en frente de Gay, al lado de la Central del Fumador y la gente la esperó en la puerta. Esa tarde también yo fui detrás de Gracia Imperio. En realidad fui detrás de ella los años que viví en Valencia ya que esa mujer fue mi símbolo sexual perverso. Seguí su gloria en el teatro Ruzafa hasta que un día la estrella murió en brazos de su amante, un joven de la buena sociedad de Valencia, envenenados los dos por el escape de gas en su piso de la calle Cuenca. Cuando leí en el periódico la noticia de su muerte quedé aturdido. Se llamaba Emilia Argüelles Catalina; había nacido en Madrid en 1933; su madre se llamaba Tomasa, con la que se llevaba muy mal porque trataba de controlar su derroche de joyas, pieles, perfumes y jovencitos que fueron siempre su capricho y su perdición. Había quedado embarazada de un actor de fama. Su madre quiso hacerse cargo de la criatura pero ella abortó para seguir trabajando de primerísima vedette. La propia madre la denunció a la justicia y Gracia Imperio fue a la cárcel. Era la reina absoluta de la pasarela del teatro Ruzafa. A veces yo iba a la puerta trasera del teatro por donde salían las coristas junto al bar la Nueva Torera. Había allí muchos señoritos valencianos esperando. Ella salía como una diosa envuelta en oro con sus tacones de aguja, la falda ceñida, inmensa, muy alta. No supe su miseria hasta mucho después».
Tranvía a la Malvarrosa
Manuel Vicent
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