jueves, 13 de diciembre de 2018

Las aceras de la Gran Vía hierven con peatones apresurados

«Casi nunca está en la calle tan temprano y, por eso, alucina con la cantidad de gente que ya va y viene a esas horas. Son las siete y media de la mañana y las calzadas están repletas de coches, furgonetas, autobuses y motos. Las aceras de la Gran Vía hierven con peatones apresurados, ajenos a todo excepto al siguiente paso que deben dar y a lo que les entra por los auriculares: hormiguitas hacendosas de mirada fija, pasos pequeños y rápidos y labios apretados. Ni uno sólo sonríe. Cómo lo van a hacer. A casi todos ellos les espera un día de mierda; tendrán que aguantar al capullo de su jefe; mendigar una venta para cuadrar el objetivo del mes; cubrir una ruta entera de reparto descargando cajas como unos burros o, los más afortunados, aburrirse como una ostra delante de una mesa».

El silencio del pantano

Juanjo Braulio


Gran Vía - Fernando el Católico

Todocolección

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