«Después de la guerra, los chatarreros hacen buenos negocios. Hay mucho hierro, casquillos, cobre, plomo… que recuperar en las trincheras, en las ruinas de los bombardeos y en los campos de batalla. El Chato Puertas tiene, además, contactos en los cuarteles. Compra al por mayor excedentes del Ejército como sábanas, jergones, cacharros de cocina y cable eléctrico; los recicla y abastece con ellos cárceles y hospitales. No es mucho lo que paga el Chato a sus empleados, pero a Teófilo González le llega para comer caliente una vez al día y mantener a su madre, que está pachucha y enferma de los nervios desde que le mataron a un hermano en la batalla de Teruel».
Los años del miedo
Juan Eslava Galán
Chatarreros en el Puente de Astilleros
Todocolección
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