«—¡Soy muy joven para morir! ¡Quiero cuidar leprosos! ¡Haré lo que ustedes quieran pero no me maten! —gritaba Pilar.
Olían las rosas de la tapia y por el mar estaba amaneciendo, todos los pájaros cantaban de una manera furiosa y el fraile le hablaba a la encausada de las delicias del cielo, de la belleza de encontrarse con el Ser Supremo y del eterno descanso. En un rincón del patio estaba ella sentada ya en un taburete con la espalda en el palo y le dijo al verdugo:
—No me hagas daño.
—Tranquila. Soy un buen profesional —contestó el otro».
Tranvía a la Malvarrosa
Manuel Vicent
Fotograma de "El caso de las envenenadas de Valencia"
https://www.rtve.es/play/videos/la-huella-del-crimen/el-caso-de-las-envenenadas-de-valencia/5855268/
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