jueves, 3 de agosto de 2023

Cada barrio tenía su pandilla. Nosotros éramos los de "Perales"

«Una de las diversiones que teníamos la chiquillería era hacer "Arca", o sea hacer "guerra".

Cada barrio tenía su pandilla. Nosotros éramos los de "Perales", este era el nombre de nuestro jefe. Un chaval algo mayor, no sé, de doce o trece años. Habían otras bandas, las del "Clot" se llamaban así porque se habían construido una trinchera en el centro de un solar. Después estaba la banda del ""Barriochino", nuestros más acérrimos enemigos, y estaban ubicados al otro lado de la estación, junto a la factoría de Campsa. La línea de fuego eran las vías muertas, y como era de suponer la munición, las piedras de protección de los railes. Se organizaban verdaderas batallas campales, hasta el extremo que las autoridades tenían que tomar cartas en el asunto a requerimiento del jefe de la estación, por la destroza que hacíamos del material.

En cierta ocasión nos derrotaron, y en plena huida nos resguardamos detrás de los vagones de un tren de mercancías estacionado en la vía principal y cerca de los andenes, la lluvia de piedras fue terrible. Un matrimonio mayor se tuvo que resguardar apostándose agachados junto a las ruedas del convoy, entre los terribles gritos de la mujer. ¡Ah, se me olvidaba ! La pareja de la Guardia Civil estaba allí agazapada, protegiéndose del aluvión de piedras.

Reforzada la fuerza pública, se buscó a los culpables y se dirigieron al "Barriochino", que era de dónde procedían las pedradas. Huidos los de "Perales", llegamos al "campot", algunos maltrechos o magullados, muchos con chichones. El jefe Perales dio la orden: Disolveros, a casa y a callar.

Durante varios días la pareja de Civiles se pasearon por la zona. Pasado algún tiempo ya nadie se acordaba, y volvían las escaramuzas».

Vivencias de juventud

Francisco Marcos Hernández



Plaza de los Hombres del Mar. 1952

Robert Frank

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