«También existían unos mendigos, o como les llamaba la gente, "pobres".
No era raro que llamaran a la puerta, pidiendo caridad : "per l'amor de Déu. Una moneda de cobre, un pedazo de pan" y si coincidía con la hora de comer se le ofrecía un plato caliente. Mi madre le invitaba a sentarse en un banco que había detrás de la puerta y le ofrecía una escudilla. A pesar de nuestra pobreza, todavía podíamos ofrecer alguna limosna.
Había un "pobre oficial" que no pedía, pero que todo el mundo le daba. Le llamaban "Andreuet el pollós". Se anticipaban a darle limosna para evitar que se acercase, pues decían que iba envuelto en una nube de piojos».
Vivencias de juventud
Francisco Marcos Hernández
Mendigo bajo un puente del cauce del Turia
Todocolección
Es cierto, en mi casa también éramos pobres.
ResponderEliminarTeníamos un pobre asignado, "le llamabamos el pobre de los jueves"