«Súbitamente, un tropel de Caballería apareció en lontananza con mucho estruendo, rebufos, relinchos y ruidos metálicos de sables y espuelas. Con sus maniobras ocuparon toda la ancha playa, sin poderla cruzar por el temor de ser pisoteado por los equinos. En alguna ocasión tuve que introducirme en el mar para no ser pateado por los cascos de los caballos.
Repentinamente desaparecieron tal como habían llegado, y me disponía regresar a casa atravesando la arena, cuando un grupo de soldados al galope me rodearon. El susto fue mayúsculo, pues me cachearon y me preguntaron si había visto un "ros". Aquel día, aprendí que un "ros" era un gorro militar. Se fueron cabreados y renegando, y yo corrí muy asustado hacia mi casa».
Vivencias de juventud
Francisco Marcos Hernández
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